Bogotá es una ciudad con múltiples problemas sociales que
involucran las diferentes estructuras sociales que facilitan el funcionamiento
de la misma. Estos problemas sociales han aumentado su impacto a través del
tiempo, lo cual conlleva a la percepción de malestar entre la población
residente.
Dentro de los problemas más críticos se encuentran la corrupción
en las instituciones gubernamentales, la debilidad del sistema judicial, el
sistema de transporte público de la ciudad mal estructurado, el surgimiento de
organizaciones criminales, la insuficiente red de salud pública, la baja
calidad de enseñanza de los colegios, y un amplio abanico de problemas que
surgen dependiendo de la percepción individual de cada ciudadano.
Todos estos problemas, ahora son tema de campaña para la alcaldía,
basados en la política del miedo (muy conocida por el 9-11 en EEUU) hacen
pensar que el elector se enfrenta a una cantidad aún mayor de problemas si no
vota por el candidato emisor del mensaje, de modo que cada voto es en favor del
miedo, la angustia y la falsa promesa de seguridad de aumento ilimitado de
fuerza pública para vigilar cada calle, cada esquina de la ciudad de forma
presencial, de acuerdo al sector a donde dirige el candidato su discurso a la
creación ilimitada de métodos para aplacar el fenómeno al cual está atacando.
Necesariamente, la visión expansionista de cada candidato es
un síntoma de la eliminación del concepto de dinámica de sistemas, puesto que
las promesas están fundamentadas en la idealización de una alcaldía con
recursos ilimitados y respuestas inmediatas para cada uno de los problemas que
afectan la ciudad.
Es importante entender que los problemas de la ciudad son de
fondo, es decir, problemas que están arraigados por muchos años y muchas
alcaldías que en su intento de satisfacer al sector de la sociedad que lo apoya
en su elección y sus famosos acuerdos programáticos ignoran lo fundamental para
el buen vivir en la ciudad.
Una visión cortoplacista de una alcaldía es un mal
permanente, es ignorancia en su más puro estado, por lo que se debe tener
paciencia y buen tacto para notar cuál de los candidatos ofrece un punto de
vista realista para su mandato.
Si pudiéramos modelar la las propuestas de los candidatos y
cómo van a atacar los problemas de la ciudad, observaríamos que las
consecuencias no son tan realistas como ellos las plantean, la demanda de recursos
sería absurda y los tiempos de respuesta inconcebibles.
Más allá de las explicaciones técnicas, es mejor ser
prudente y observar con lupa los planes de gobierno de los candidatos,
informarse y constatar sus acciones con la verdadera capacidad del Distrito de
responder ante estos cambios. Podría ser más adelante sea una entrada del blog.
Lo más cuestionable es saber que los ciudadanos no están en
capacidad de hacer un cambio propio sin necesidad de intervencionismos de parte
de las autoridades, como por ejemplo, conducir de forma prudente, no arrojar
basura a la calle, racionalizar el consumo de agua, no ser corrupto y demás. En
general, es más importante la cultura ciudadana que el gobernante de turno para
mejorar la vida en Bogotá.