Busca en CROMONAUTAS

viernes, 19 de abril de 2013

FRAGMENTOS. Pt. 1.

Para poder hablar con claridad de nuestro querido y afamado Johann Wolfgang von Goethe, a quién conozco desde hace unos pocos días, a través de otro afamado de tristes y abnegados como lo es Albert Camus con un "hay que ser Werther o no ser nada", podrían pensar que es para mí todavía un desconocido, pero en realidad no lo es.
Goethe, como dirían algunos, es el "último hombre universal que caminó sobre la tierra" y este trabajo de "Las Desventuras del Joven Werther" es la bienvenida a este maravilloso mundo de Goethe, el cuál no defraudará a aquellos ávidos de lectura.
He aquí unos pasajes de ésta (que publico sin tema alguno), la primera novela del joven Goethe escrita a sus 25 años.

18 de Julio 1771
Guillermo, ¿qué significa el mundo para nosotros sin el amor? Lo mismo que una linterna mágica; en cuanto introduces una llama en ella, proyecta las imágenes más diversas. Aunque no sean sino fantasmas pasajeros, nos procuran felicidad mientras estamos allí, y como niños nos dejamos extasiar por tales fantasías...

12 de agosto
...
-¡Oh, mentes razonables! - exclamé con una sonrisa-. ¡Pasión! ¡Embriaguez! ¡Frenesí! ¡Oh, espíritus rectos! Injuriáis al borracho, despreciáis al insensato, pasáis de largo dando gracias a dios como el fariseo, porque no os hizo semejantes a ellos. Me he embriagado más de una vez, la locura se ha enseñoreado en ciertos momentos de mis pasiones, pero no me arrepiento de ni una cosa ni de otra, Porque he aprendido a comprender, dentro de mis limitaciones, que todos los hombres excepcionales que han llevado a cabo algo grande fueron considerados como borrachos o insensatos. Incluso ahora no es raro que se oiga decir, casi siempre, acerca de una noble, generosa o extraordinaria acción, que quién la ha realizado está loco o borracho. ¡Avergonzaos, Hombres sensatos!
...
-Esta es la historia de muchos hombres. Dime Alberto, ¿no ves en ella el curso de una enfermedad? La naturaleza no halla la salida del laberinto de fuerzas desencadenadas, que actúan en contra suya: el hombre debe morir. ¡Ay de quien osara pensar, ante tal espectáculo, que esta desdichada debía esperar, dejar actuar al tiempo, que su desesperación habría calmado, que no hubiese tardado en encontrar quien la consolara! ¡Como quien dijera que un insensato muerto por la fiebre viviría todavía de haber aguardado a que tornasen sus fuerzas, a que purificase su sangre...!
...

8 de enero de 1772
Hay hombres cuya alma no se preocupa más que de las apariencias, que pasan todo el año pensando en cómo pueden conseguir un lugar de mayor importancia en un banquete. Y no es que carezcan de ocupación; al contrario, estas míseras presunciones les alejan de su trabajo y les impiden dar cima a los asuntos importantes. Esto es lo que ocurrió la pasada semana durante una excursión en trineo; la fiesta se fue al traste.
¡Locos! ¿No comprendéis que la posición nada significa, que quien ocupa el primer puesto rara vez desempeña el primer papel? ¡Cuántos reyes se ven gobernados por su primer ministro! ¡Y cuántos ministros lo son por sus secretarios! ¿Quién es entonces el primero? Creo que aquel cuya inteligencia es superior a la de los demás, aquel que tiene el suficiente poder o astucia para poner la fuerza y las pasiones de los demás al servicio de sus designios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario